Amontona la sémola de trigo duro sobre una superficie de trabajo. Haz un hueco en el centro, añade un poco de agua y la sal. Empieza a amasar e incorpora poco a poco el resto del agua hasta obtener una masa lisa y elástica. Si la masa está aún demasiado dura, añade agua gota a gota (realmente gota a gota) hasta que la consistencia sea suave y elástica, pero ya no pegajosa.

Forma una bola con la masa, envuélvela en film transparente y déjala reposar en el frigorífico durante 60 minutos.

Una vez transcurrido el tiempo de reposo, corta un trozo del tamaño de un huevo de la masa y dale forma de rollo del grosor de un dedo.

Corta el rollo en trozos de 1-2 cm que parezcan pequeños cojines.

Coloca el extremo redondeado del cuchillo en la parte superior de un cojín, inclina el cuchillo en un ángulo de 30° y tira del cuchillo hacia ti.

A continuación, coge el fideo resultante, colócalo sobre el dedo índice y dale la vuelta para que el lado rugoso quede arriba. No tires demasiado fuerte de los bordes al darle la vuelta para que el lado que acaba de quedar rugoso no vuelva a quedar liso.